[Live Review] Mortiis & Nytt Land: “La combinación perfecta”

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Sala Metrónomo 02/02/2025

Y llegó el día.

Hay oportunidades soñadas o imaginaciones fantásticas que, en la vigilia, nos acompañan en nuestro diario vivir. Cuestiones que, siempre en un tono de perfección, vislumbramos y construimos, creamos momentos gozosos en donde nuestro protagonismo lo acompañamos de algo más: una persona, un lugar, una creación, o, en muchos de mis terrenos de ensoñación, una banda. Y el día llegó.

Me reconozco un fanático de Mortiis, de sus álbumes, de su carrera, y del personaje detrás de la banda. Tiene algo fascinante, encierra una suerte de enigma, un secreto que, si bien cada uno de sus discos entrega pistas, sigue siendo, para mí, algo difícil de descifrar. He leído entrevistas de Håvard Ellefsen, el nombre detrás de la banda, he visto videos explicativos sobre el porqué de su música y su puesta en escena y he conversado con muchas personas sobre el surgimiento y sobre su discografía, y siempre pasa lo mismo, la fascinación y el misterio (casi misticismo) crece y se fortalece. Poder presenciar un show de Mortiis era, lo digo con honestidad, un oscuro y sigiloso sueño de la vida. Y el día llegó.

Con algo de retraso en el comienzo del show (cosa rara en los organizadores) los primeros en apoderarse del escenario fue la banda rusa Nytt Land. A diferencia de su primera presentación en Chile, el año 2023, en esta oportunidad fueron un trío sobre el escenario, sin embargo, al igual que en aquella fecha, la banda recorrió parte de su discografía bajo un aura de negra complicidad con el público. La noche fue una larga procesión de historias antiguas cantadas con un ímpetu desvelador, haciéndonos parte de la ceremonia, incluyéndonos en la magia. La música y la interpretación se lucieron, ambientes sonoros sombríos con voces penetrantes y desdibujadas de humanidad, invocando y llamando a bailar una danza olvidada. El tiempo de duración fue algo anecdótico (cerca de una hora) mucho más relevante fue la fuerza y la potencia del trío, y el efecto que produce su música. Estoy seguro que cada uno de los asistentes experimentó su propia visión del espectáculo: viajes astrales a lugares distantes, visiones de páramos fríos y olvidados, con un link ineludible a experiencias con drogas alucinógenas y a sesiones místicas grupales, y todo bajo el influjo de líneas musicales hermosas. Las percusiones, ejes del movimiento musical de la banda, se mezclan en una oscura relación con una base programada constante, la vida tomó un ritmo repetitivo, acompasado, guiado por golpes eternos a tambores pretéritos. El nivel vocal, oscuro y en constante trance, se mueve a través de viajes en colores, el resto de los instrumentos participan del baile pagano, creando una síntesis escabrosa, repleta de visiones de soledad, de una memoria fría, pero que está ahí, que respira y se comunica gracias a la representación que hace Nytt Land. Nuevamente se trató de un show único.

Mortiis, la razón de estar en Sala Metrónomo, comenzó minutos después del horario programado, sin embargo, no fue algo relevante, lo recuerdo casi como una anécdota más del día. Lo relevante era ver cómo el escenario era habilitado, ordenado y preparado para que el artista se posicionara detrás del sintetizador y protagonizara uno de los espectáculos más fascinantes, íntimos, inspiradores y oscuros que he podido presenciar. Que el show consistiera en la interpretación en forma íntegra del primer Lp publicado por Mortiis, “Født til å herske”, un disco compuesto por dos extensas canciones: una solo música y la otra con algunas voces, completó la experiencia con una oscura y penetrante atracción. Fue la muestra de la base de lo que en la escena global se conoce como ‘Dark Dungeon Music’, la suma de todo, la esencia musical que Mortiis arrastra desde hace treinta años, la sublimidad de todo lo que el artista promulga y construye. Así, después de poco más de cincuenta minutos, a diferencia de cómo ingresó (en un silencio solitario) la despedida del artista fue entre aplausos, silbidos y felicitaciones, la alegría espontánea y verídica de la satisfacción por haber sido partes de la escenificación de un pedazo de historia, de una vida musical, del crecimiento, del progreso y de la maduración de una idea. En el año 2025 presenciamos un acto del año 1994, con todo su influjo y rarezas, propias de la innovación, de la magia y de la conexión con la esencia personal.

Por: Felipe Reyes.

Fotografías gentileza de: Javier Martínez

 

 

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