[Live Review] POWERWOLF en Chile, la noche del lobo

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Lunes 5 de Mayo Teatro Cariola 

El metal no quiere parar este mes de mayo… una oleada de bandas en este mes que no se veía en mucho tiempo, y al parecer estamos partiendo recién el mes, ufff. Hoy es el turno de una de las propuestas de Power Metal más interesantes y controversiales del momento: POWERWOLF regresa nuevamente a Chile, pero esta vez como cabezas de cartel. La noche arrancó con fuerza desde temprano en el Teatro Cariola, donde dos bandas prepararon el terreno para lo que sería un oscuro ritual esperando a la luna llena.

A las 19:15 horas, los encargados de abrir la jornada fueron HEILIGEN, que con su heavy metal clásico, lleno de riffs cortantes y actitud de vieja escuela, encendieron los primeros fuegos entre el público que ya comenzaba a llenar el recinto. Temas como Lights In The Darkness, Back In The Game, Prisoner Of Faith, Return To The Battle y cerrando con el clásico Rage Of The Gods, demostraron por qué la banda se ha ganado su espacio en la escena nacional: profesionalismo, presencia y un sonido afilado que no tiene nada que envidiarle a los grandes.

Luego fue el turno de LORD OF THE LOST, estos alemanes oriundos de la ciudad de Hamburgo, quienes volvieron a Chile con su mezcla oscura de gothic metal y un despliegue escénico imponente. Ataviados con sus característicos trajes, maquillaje y una energía brutal, lograron conectar con el público desde el primer tema. Con cortes como The Curtains Fall, The Future Of a Past Life, Loreley, Destruction Manual, For They Know Not What They Do, Six Feet Underground, Born With a Broken Heart, Live Today, Drag Me To Hell y el broche de oro con Blood & Glitter, pusieron el toque teatral y melancólico, dejando claro que no solo eran teloneros, sino que parte fundamental del rito que se avecinaba. Fue una antesala perfecta, cargada de dramatismo, elegancia y potencia sonora.

POWERWOLF finalmente desató su misa metálica en Santiago, y fue simplemente apoteósico. El Teatro Cariola se transformó en un templo de metal y figuras oscuras, más grandilocuente y teatral que lo que hayamos visto en mucho tiempo. Desde temprano se respiraba la ansiedad entre los fans de la banda, que llegaron al recinto de calle San Diego hasta el último minuto para presenciar todo el espíritu licántropo que esta banda alemana evoca en cada una de sus presentaciones.

Con una puntualidad casi sagrada, las luces se apagaron y comenzó a sonar el intro que anunciaba la llegada del rebaño del lobo. Apenas salieron al escenario con Bless ’Em With The Blade, la locura se desató. Attila Dorn, imponente y carismático como siempre, se robó la noche con esa voz poderosa salida de los infiernos del power metal. La banda no dio tregua y fue repasando tanto clásicos como parte del último disco Wake Up the Wicked (2024), que da el nombre a su tour mundial, dejando claro que no solo viven del pasado, sino que están más vigentes que nunca. Seguían temas como: Incense & Iron, Army Of The Night, Sinners Of The Seven Seas, Amen & Attack, Dancing With The Dead, Armata Strigoi, 1589, Demons Are A Girl’s Best Friend, Stossgebet, Fire & Forgive, We Don’t Wanna Be No Saints, Alive Or Undead, Heretic Hunters, Sainted By The Storm, Blood For Blood, Sanctified With Dynamite, We Drink Your Blood; un set potente, sin duda alguna.

El despliegue escénico fue brutal: estandartes con símbolos litúrgicos, oscuras imágenes, humo, luces rojas y un trabajo de teclados que le daba ese toque sacro que tanto distingue el power metal oscuro de POWERWOLF. Falk Maria Schlegel, el tecladista, no paró de animar al público, y cada vez que se subía al teclado parecía un predicador del caos. Roel van Helden, impecable en batería, sostuvo toda la estructura rítmica con una precisión quirúrgica, mientras los hermanos Greywolf se paseaban por el escenario como generales en una cruzada oscura.

Ya hacia el final, la banda cerró con Werewolves of Armenia, terminando así este oscuro ritual de licántropos a punto de convertirse y desatar una matanza de quienes se crucen en su camino… Fue más que un concierto, fue una liturgia del power metal oscuro, tétrico y cautivador, una experiencia espiritual para quienes vivimos el metal con el corazón y el puño en alto.

POWERWOLF en Chile no decepcionó: fue épico, teatral, potente, y con una conexión única con su fanaticada local. Esperemos que no tarden tanto en volver, porque lo que se vivió esa noche fue, simplemente  glorioso.

Review por: Octavio Ramos

Fotografias gentileza de: Rubén Gárate (@brutal_pebre_)

 

 

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