TINTA Y ROCK Invocando a la numerosa minoría 10 De Diciembre Arena Recoleta

0

El Rock y los tatuajes reflejan el significado de un género que va mucho más allá de la música y la estética. La edición debut del festival Tinta y Rock, realizada el sábado 10 de diciembre en el Arena Recoleta, reunió a las mejores agrupaciones de la escena nacional, todas rememorando la crudeza y honestidad con que el estilo se ha mantenido en pie, mirando hacia adelante y con el puño en alto, siempre luciendo su marca de tinta trazada a lo largo de su robusto brazo. Puede parecer cliché, pero cuando se dice que el Rock es cultura, llega a ser abrumadoramente cierto, sobretodo cuando hay una inmensa minoría consciente de aquello y lo aplica de manera magistral. A veces las minorías suelen ser mucho más numerosas con la inmediata interacción entre la banda de turno y el público. Por supuesto, más allá del arte que muchos de nosotros llevamos impregnados en nuestras pieles, la música fue la gran protagonista, una vez más sonorizando nuestras vivencias y sensaciones.
Los fuegos se abrirían pasadas las 15 horas, de la mano de Inner Revolution, cuya propuesta basada en el Rock puro y directo sin ninguna otra intención aparte de patearlo todo generó una positiva recepción por parte de los presentes en el recinto ubicado en Avda Einstein. De la mano de cortes como “Crisis”, “Fear”, “My Own Fortress” y “Dead Man Walking”, el cuarteto liderado por Diego Ramírez (voz, guitarra) salió desde el inicio con la intención de atacar, plasmada sobre el escenario con una personalidad que deja poco y nada de espacio a las críticas y la agudeza del oído. Siempre serpa un agrado el poder disfrutar de una presentación en las que con menos se logra más, lo que encaja perfectamente en el sonido crudo y salido del garage con que Inner Revolution se planta sobre el escenario. Cuando la actitud se refleja de manera fiel en la música, aquello se siente a través de todo el cuerpo.
Poco después llegaría el turno de Suum, agrupación liderada por Pastora Stuven (voz, poesía y guitarra) y Andrés Jorquera (bajo), cuya propuesta basada en riffs altamente densos con la pizca necesaria de psicodelia encajó como anillo al dedo durante la tarde, con el sol incentivando a “remojar la garganta” (en palabras del maestro de ceremonias de la jornada). “Bare Sea”, “Corey”, “LEA” Y “Deerline” definen en vivo una experiencia lisérgica amplificada por los polvorientos y rocosos riffs procreados por la Gibson SG de Pastora Stuven, cuyo desempeño vocal nos ayuda a ver con claridad en medio de la tormenta desértica. Mención aparte para la base rítmica conformada por Jorge Luis Paillao (batería) y Andrés Jorquera, cuya presencia en las bajas frecuencias es suficiente como para cubrir todo el lugar bajo una espesa niebla de fuzz en su máxima expresión. Complementa la formación el violinista Pablo Pizarro, cuyo rol es fundamental en la propuesta vanguardista y poética de Suum, siempre dispuestos a expandir sus fronteras hacia terrenos cada vez más desconocido con su marca indeleble.
Aprovechando la alta temperatura reinante, el Blues-Rock altamente inflamable de Vorágine impuso sus términos desde el explosivo comienzo con “Jamás”, reflejo inmediato de una propuesta que combina de manera eficaz el sonido desértico de los míticos Kyuss con la sensualidad atrevida de Led Zeppelin y la ‘mala leche’ de Black Sabbath y Grand Funk Railroad. “Tortuosa”, “Ley”, “Muy Cerca” y “El Yunke” formaron parte de un set con el que el cuarteto liderado por Cotiño (voz) y Peter (batería y voz) dicta una clase magistral de actitud callejera potenciada con un sonido de aspecto vintage que nos transporta hacia los años ’70 siempre en base a una fórmula certera cuya ejecución resulta escalofriante en cuanto a las virtudes musicales desplegadas sobre el escenario. La personalidad arrolladora y sensual con que Cotiño saca a relucir sus virtudes interpretativas en vivo no dejan indiferente a nadie, mientras la base rítmica conformada por Peter y Yoka (bajista) -éste último marcando presencia fundamental en el sonido de la banda a pesar de las lesiones en sus piernas producto de un atropello hace un mes- se encarga de demoler todo a su paso y, a la vez, aportar a la calma con sutileza maestra en el momento indicado. Por supuesto, la aspereza poco amigable de los riffs a cargo de Tanti en las seis cuerdas transmite una sensación de honestidad de la que pocas bandas pueden jactarse. Vorágine, en poco menos de 45′ minutos, ofreció una presentación tan incendiaria como espontánea ante una minoría que se hizo cada vez más numerosa ante el efecto destructivo del TNT que contiene el Rock duro en su naturaleza más primitiva y voraz.
Luego de un breve intermedio que contó con la inesperada actuación del dúo Jesus Wide -formados 10 minutos antes de subirse al escenario, como diría el maestro de ceremonias Gonzalo Hermosilla, y que consistió en un dúo de bajo y batería interpretando una pieza instrumental improvisada pero tremenda en su ejecución-, y el primero de los tres shows ‘exotic girl’- la psicodelia pesada de Mandala se encargaría de envolverlo todo a medida que el solo empezaba a ausentarse progresivamente. Liderados por el guitarrista y cantante Carlos Córdova, el cuarteto originario de Curicó dejó en claro desde el arranque con “No queda otra” la pureza de su propuesta en la que el fuzz no es un efecto sónico, sino un sacramento, una llave hacia los confines del espacio sideral. “Suficiente”, “Libera tus cadenas”, “Se Apodera” y “Smoke The Deal” formaron parte de un set que permitió apreciar y, sobretodo, disfrutar de una presentación con tintes de experiencia, seguramente la tónica durante toda la jornada. Además de la dupla guitarrera compuesta por Córdova y Carlos Galdames, destaca el fundamental papel que juega la sociedad rítmica formada por el bajista Ramiro Rodríguez y el baterista Cristian González, cuyos desempeños son vitales al momento de mantener la cadencia necesaria para que las guitarras adquieran la forma de una Aurora Boreal sónica. Una constante durante el evento y que mejor resume el poder en vivo de Mandala sobre el escenario es la actitud, siempre necesaria cuando detrás de una propuesta minimalista en apariencia, la intención rebasa todo límite existente y aquello, llevado a la música, no hay nada ni nadie que lo detenga.
Luego del segundo -y más osado que el anterior- show ‘Exotic Girl’, llegaría el turno de Tabernarios, por lejos una de las pocas bandas que refleja en su música la actitud propia del rockero forajido que se formó como un animal urbano en la aspereza de la calle. Desde el inicio matador con “Maldita Perra” hasta la resaca traicionera de “Pilsen Of Death”, es casi imposible resumir técnicamente las virtudes de un combo cuya puesta escénica llega a ser tan real como los riffs e ‘insultos’ escupidos desde el escenario, siempre con la única intención de decirte a la cara las cosas por su nombre sin necesidad de parafernalias inútiles. “Morirás”, “Cencerro”, “Duff” y “L.M.L.” retumban como balas de cañón en medio del caos donde solo la cerveza en mano se mantiene en pie apenas la luna empieza a tomar el puesto del otrora quemante sol. Si acaso el Rock duro en su expresión más callejera y los tatuajes se fusionan en una combinación letal a prueba de cualquier análisis rebuscado, Tabernarios se erige como la agrupación que encarna sobre el escenario la honestidad descarnada del Rock ‘n’ Roll, siempre prolijos en medio de la ráfaga de ruido sucio amplificada por una actitud tan real como la música.
El doom venenoso de Skeletal Horsemen también tuvo la palabra en el marco de Tinta y Rock, haciéndolo honor al nombre del evento con un set que refleja como anillo al dedo la cara más canalla y sensual de un género poco amigable en lo profundo de su esencia. “Death Dealer”, “Born In The Darkness”, “Killer Instinct” y “Power Of Darkness” son solo algunas muestras del real sentido del Rock duro con que el trío se para sobre el escenario con la única intención de hacer rugir las guitarras mediante una fórmula que no necesita de accesorios extravagantes para poner a prueba su efectividad. La personalidad de Alex (guitarra y voz) predomina a nivel escénico, amplificada con sus dotes de frontman y responsable del sonido rocoso y desértico con que la banda, tal como ha ocurrido a lo largo de la jornada, incentiva al público a disfrutar de sus cervezas en los albores del anochecer. Suficiente como para coronar una presentación quizás al menos intensa que el resto de las bandas, pero con la transparencia necesaria para demostrar de qué están hechos. De alguna forma, Skeletal Horsemen lo transmite durante su presentación: lo tomas o lo dejas. No hay medios tintes para una banda que en vivo nos revela la cara más canalla y oscura del Rock. Imposible permanecer impasible ante la cabalgata letal de los jinetes calavéricos.
Eso de que ‘menos es más’ en el Rock pocas veces suele ser aplicado al pie de la letra como lo hizo Metakiase. Compuesto por Vipe Schindler (guitarra y voz) y Tomás Trucco (batería), la banda originaria de Pucón nos ofreció un set que permitió comprobar cuán certera puede resultar una fórmula en base a riffs penetrantes, una batería que no necesita el acompañamiento del bajo para marcar presencia y profundidad en el sonido de la banda y una voz que pareciera provenir desde la candente profundidad del volcán Villarrica. “Life”, “Temor”, “Shadows”, “Electroshock” y “Destino” conformaron un set que en ningún momento menguó su fuego. Todo lo contrario: ya con el sol puesto y la Luna comenzando a acechar las almas presentes en Arena Recoleta, el dúo no dudó en descargar toda su artillería de Blues crudo y pesado con actitud y sonido ligados al Metal, en especial el Thrash. A veces, con muy poco -en apariencia-, puedes lograr y recibir mucho más de lo que esperas. Batería, voz y guitarra, de pronto fueron suficientes para descargar la furia contenida en un repertorio a prueba de cualquier crítica rebuscada.
Poco después del último y llamativo show ‘exotic girl’ -uno, por cierto, bastante cercano a un concierto de Rammstein, con sangre y fuego incluidos-, nuestros queridos y eternos Dorso serían los encargados de clausurar la primera edición de Tinta y Rock. Liderada por el querido y popular ‘Pera’ Cuadra, la banda nos presentó un set en que destaca el reciente single “Gore & Roll”, corte que da título a su próximo LP, próximo a publicarse a comienzos del próximo año. Rock ‘n’ Roll con tintes ‘motorheadianos’, aprobado inmediatamente por los fans que repletaban el recinto y daban inicio al mosh y el headbanging. Por supuesto, los clásicos de ayer y hoy no podían faltar en una fiesta a la que todos estamos invitados. “Vampire Of The Night”, “Disco Blood”, “Marte Horror Planet”, “Vacalaca”, “El Espanto Surge de la Tumba” y “Silvestre Holocaust” conformaron un set cuya efectividad en vivo se mantiene perenne pese a los años, gracias al carisma del Pera, comparable solo con su voz y un tremendo dominio en el bajo que no para de asombrar. Por supuesto, siempre respaldado por la dupla guitarrera de Alvaro Soms y Yamal Eltitt, ambos desplegando sus virtudes en las seis cuerdas de manera magistral, mientras Fran Muñoz ratifica en cada golpe su reputación como uno de los bateristas más completos en la escena nacional cuando se trata de generar el groove característico de una banda que, en palabras del propio ‘Pera’ hace varios años, no tiene empacho en mezclar la locura pletórica de Genesis (1970-75) con la brutalidad ‘gore’ de Cannibal Corpse. El cierre con “Hydra”, con el público cabeceando y cantando los coros con puño en alto, nos recuerda que ya estamos bajo los efectos de la Luna cámbrica que se encumbra imponente en lo alto del firmamento.
Es de esperarse que se realice una nueva edición el próximo año, y si es posible, con la mayor prontitud posible. Si bien la asistencia no fue la esperada, es importante destacar la actitud de quienes estuvimos presentes, siempre brindando apoyo y atención a lo mejor de lo nuestro. Los rayados en nuestras pieles, es sabido, suelen tener un significado que va más allá de las apariencias. El Rock es cultura y aunque muchos lo vean como una suerte de obstáculo, llega a ser grato el poder apreciar el cómo una minoría numerosa toma en cuenta el significado cultural del género y su discurso, siempre en favor de nuestra calidad como individuos. Si esta primera edición aprobó con creces, ya podemos imaginar cómo será la segunda. Siempre apuntando a lo alto.

Review Gentileza de Claudio Miranda
Fotografías por Producción de Tinta Y Rock

Agregar un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *